Cuando se impone un control de cambio, el efecto inmediato es la aparición de un mercado negro en el cual se realizan las transacciones en divisas que no encuentran espacio a la tasa de cambio oficial.
Es parte de la historia económica universal las dislocaciones provocan la brecha entre las tasa de cambio preferencial y paralela. De estos casos, el control de cambio establecido en febrero de 2003, ha batido todos los records locales, regionales y mundiales.
Con el lanzamiento del sistema marginal de divisas (SIMADI) muchos propagandistas se aventuraron a decir que los días del invicto mercado negro de divisas estaban contados. Dos ensayos ha aplicado el gobierno intentando acabar con ese mercado y no ha podido.
El primero fue el SITME, engendro creado por Nelson Merentes en julio de 2010, de factura claramente cuestionada y que lo único que sirvió fue para enriquecer a unos pocos y generar una masiva salida de capital. Luego siguió el SICAD II, creación de Rafael Ramírez y del reincidente Nelson Merentes, supuestamente para “pulverizar al mercado negro”. El SICAD II no le aguantó un round al mercado paralelo. Ahora ensayan con el SIMADI.
Para que el SIMADI pueda funcionar debe haber algún tipo de correspondencia entre los flujos de demanda y de oferta. La demanda está constituida por todos aquellos quienes tienen saldos e ingresos en bolívares y desean transformarlos en divisas y la misma está representada por los ahorristas a los que la inflación está arruinando, las empresas que requieren importar a tasa de cambios preferencial y no le entregan dólares y empresas extranjeras con un caudal de moneda nacional en los bancos y que no encuentran qué hacer con tanta plata.
Es decir, la demanda es casi infinita, acotada, obviamente por la liquidez existente. Se calcula en unos US$ 25 millones diarios, más de US$ 5.000 millones anuales.
La oferta hasta ahora provendría de las exportaciones no petroleras que en 2015, alcanzarían apenas a US$ 2.500 millones, las remesas familiares e ingresos de turistas extranjeros, con unos US$ 800 millones cuando mucho y los flujos de capital de empresas petroleras por nuevas inversiones. Claramente se trata de montos insignificantes ante una demanda potencial manifiestamente superior.
Por tanto, alguien debe suplir el descalce entre la demanda y la oferta. Esa función la debe cumplir el BCV y no lo está haciendo y por tanto el dólar del mercado negro ha repuntado pronunciadamente, al actuar éste como una válvula de escape para satisfacer la demanda de dólares.
La tendencia del dólar negro es a seguir subiendo, debido a dos circunstancias. La primera es que el BCV no está liquidando dólares ni a la tasa oficial ni en su nuevo mercado marginal y la segunda es que es el mismo BCV quien está creando una enorme presión sobre el precio del dólar en vista de que la máquina de imprimir dinero lo está haciendo a un ritmo vertiginoso. El SIMADI murió al nacer.
Fuente: lapatilla.com
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