La misión de UNASUR presidida por un obsecuente Ernesto Samper, perdió una oportunidad histórica para contribuir a solucionar la crisis política, económica y social en Venezuela.
Visitar el país solo para darle un respaldo institucional a un Presidente rechazado, en la absoluta mayoría de las encuestas, por más del 80% de los venezolanos es, o una dramática ceguera ideológica, o lo que no queremos ni siquiera pensar, una complicidad con un régimen que pisotea los principios fundamentales de la vida democrática.
Afirmar, como dijo Samper, que en Venezuela hay independencia de los poderes es, o una burla, o un gesto de obsecuencia inverosímil.
Que la misión no se haya dignado conversar con la oposición organizada es una prueba fehaciente de que no está en capacidad de desempeñar el rol de mediador, por estar parcializada con una de las partes en el conflicto.
Por último, no haber expresado ni siquiera una palabra sobre la arbitraria detención del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, y de los demás presos políticos, es una muestra de una indiferencia política culpable.
Mal está esa organización si lo que priva es la solidaridad automática gubernamental en vez de la defensa y consolidación de la democracia en la región.
Fuente: analitica.com
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