viernes, 6 de marzo de 2015

Humberto Gómez García: un libro y una foto para Hugo Chávez

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Trincheras de Ideas

Hoy, 5 de marzo de 2013, segundo aniversario del paso a la inmortalidad del Comandante Hugo Chávez Frías, un pueblo lo evoca, lo recuerda, le canta, llora, lo añora, lo desea, participa en eventos donde se habla de él o sobre él. Fue un super hombre, un gigante un segundo Simón Bolívar, el líder mundial más importante del siglo XXI, para muchos un santo, para otros, Dios, se lo venera y reverencia.

Tanto ha influido e influye en su pueblo y en otros pueblos de América y del mundo que a pesar de haber pasado dos años de su partida sigue tan presente en la Patria que su obra no murió con él como murió la obra de Bolívar o Zamora; sigue vivo en cada triunfo y en cada avance de la Revolución, en cada casa que se le entrega a una familia, en el diploma de profesional que se le entrega a un graduando o en una nueva universidad, liceo, escuela o simoncito que se construye. Sigue vivo en cada niño que salva la vida en una operación del corazón o un compatriota que recobra la visión con la ‘misión milagro’.

Hoy, como dije, es un día de recuerdos, yo también tengo los míos con Hugo Chávez que fue un gran amigo y con quién compartí momentos valiosos e importantes como aquellos de 1996/1997 en los que fundamos la Asociación Civil ‘Congreso Anfictiónico Bolivariano’, y un grupo de revolucionarios nos dimos a la defensa y difusión del pensamiento y las ideas del Libertador Simón Bolívar. Ese es el antecedente social más cercano de lo que después fue la CELAC. Algunos de los fundadores ya no están como Lino Martínez, José Rafael Núñez Tenorio, Pedro Ortega Díaz que se fueron primero que él a organizar revoluciones en otros mundos y latitudes del universo.


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Por aquellos días de oposición, con la siniestra y tétrica disip pisándonos los talones, escondiéndolo en el piso de los carros y pasándolo de un carro a otro para despistar a los sicarios que nos perseguían, organizamos lo que llamamos el II Congreso Anfictiónico Latinoamericano y el Caribe que se realizó en la UCV, entonces revolucionaria y de izquierda y no esa vergonzosa institución que hoy le da la espalda a una nación, que la secuestraron y pusieron al servicio del imperio y el neoliberalismo. El Rector entonces era el digno y honorable  camarada Trino Alcides Díaz. Después haríamos el III Congreso en la ciudad de Panamá y el IV Congreso en Buenos Aires. Fue una labor formidable de promoción, sobre una visión revolucionaria y en el marco de una Revolución que se apellidaría bolivariana.

Fueron decisivos aquellos años de 1996, 1997 y 1998 para el impulso del proyecto y Hugo Chávez sacó de ellos las mejores enseñanzas y las repotenciaría en políticas auténticamente integracionistas, allí está la derrota del Alca en Mar del Plata, la creación de la Unasur, del ALBA, de Petro Caribe, de la Celac, obra de Hugo pero también nuestra.

Aquellos fueron los primeros pasos de esa tremenda barrera antimperialista que hoy existe. Pero hay otros momentos de recuerdo de Chávez y con Chávez. En el año 1998 nos tocó participar en la crucial jornada electoral cuando, un año atrás, el comandante y la dirección del MBR-200 decidió dejar de lado el camino de la violencia armada para, utilizando las armas del poder burgués, las elecciones, prepararse, utilizando esa herramienta, a la lucha por el poder. Creo que ese período, crucial para lo que vino después, no ha sido lo suficientemente estudiado por nuestros historiadores y analistas políticos.

De allí, de nuestra participación en aquella larga, compleja y extenuante jornada donde dimos todo de nosotros como revolucionarios con experiencia y conocimientos, hay varias anécdotas, una de ellas cuando se me encomendó, en mi condición de periodista, escritor y amante de la historia, preparar un libro que recogiera los aspectos más importantes del acontecer político, de la intensa lucha de clases en la que se convirtió aquellas decisiva campaña que terminó de desmontar el puntofijismo.

Yo trabajaba entonces como analista político del periódico guaireño Puerto, y escribía análisis sobre esa lucha desde la perspectiva y la visión revolucionaria, bolivariana y socialista y de darle proyección a la propuesta de Hugo Chávez. Muchos de los trabajos publicados allí o en Últimas Noticias, los recogí en el libro que terminó llamándose Hugo Chávez Frías: del 4 de Febrero a la V República. Ese libro lo conversamos Hugo y yo, entonces me recomendó que recogiera en él los artículos que yo había publicado en Últimas Noticias en marzo de 1992 explicando las razones y motivaciones del 4 de Febrero y otros de ese período. Me dijo entonces: “Humberto, un libro es un arma muy importante y necesitamos las armas de las ideas para triunfar, date duro en este proyecto”.

La campaña electoral había sido muy fuerte pero movió fuerzas desconocidas del pueblo que se nuclearon en torno al Chávez candidato. Se desmoronaron candidatos oligarcas como Salas Römer, candidatas de plástico como la ex reina de belleza Irene Sáez, el “caudillo” Luis Alfaro Ucero, secretario general de AD, pateado, escupido, humillado, defenestrado por los líderes y la base del partido para apoyar al arrogante Salas que igualmente los despreciaba, como factor de contención del meteoro Chávez.

Todo eso y mucho más lo recojo en el libro que compendia 54 trabajos de análisis político e histórico más la primera biografía del comandante que entonces se publicara en Venezuela. El texto estaba precedido de un formidable Prólogo de mi gran amigo y camarada Luis Cipriano Rodríguez.

El libro se imprimió en el mes de noviembre y tuvo entonces dos ediciones (el 2012 por indicaciones del propio Chávez se reeditó el libro en el marco de los 20 años del alzamiento del 4 de Febrero junto a otros 9 libros sobre el tema de aquel histórico alzamiento). Se lo hice llegar al comandante a través de un camarada común quien me dijo que se lo había entregado pero quería hacerlo yo mismo y no era fácil. El 4 de diciembre, dos días antes de las elecciones, la periodista y traidora Ángela Zago organizó el lanzamiento de una nueva edición de su libro: La rebelión de los ángeles, en el desaparecido Ateneo de Caracas, antes hubo un acto político en la sala ‘Ana Julia Rojas’ donde habló Chávez y ella, que dijo un discurso sinuoso, donde hizo insolentes insinuaciones y potenciales amenazas si Chávez se apartaba de la visión que ella tenía no de una revolución sino de un gobierno centrista. Ya pretendía marcarle pautas.

Después, en la librería del Ateneo, el comandante Chávez estaba firmando el libro de la autora. Había una cola donde cada persona le entregaba al Comandante su libro para que se lo firmara. Yo estaba en la fila con un ejemplar del libro que había escrito y publicado; cuando me llegó el turno Chávez estaba firmando otro libro, él no subió la cabeza sino mecánicamente extendió la mano y puse en ella mi libro, cuando vio lo que era se paró como un rayo, la silla donde estaba sentado casi se cae, entonces me dijo emocionado: “¡Humberto, lo lograste! Qué triunfo hermano, te felicito, le has hecho un buen aporte al proceso.” Y me dio un abrazo. Yo le dije: “Bueno Comandante, presidente, fue una tarea que usted me asignó y la cumplí con mucho gusto y amor, y ese es mi modesto aporte para usted que se le abre el futuro y va a llevar a Venezuela donde nunca estuvo, no en balde trabajamos tanto para promover a Bolívar y su pensamiento”. Tuvimos un pequeño diálogo. “Si, claro, vienen grandes momentos para el país, comenzaremos con la Constituyente que tanto hemos hablado tú y yo y los compañeros”. Con cierta ingenuidad e inocencia me preguntó: “Humberto, tú crees que yo gane, porque lo que me ha tirado la derecha es plomo tigrero?” “Hugo, ya tú eres el presidente de Venezuela, eso nadie lo duda, le respondí, tienes al pueblo a tu lado”. Me miró fijamente con aquella mirada profunda, luego dijo: “Vamos a tomarnos una foto para que este momento no se olvide”. El fotógrafo era una gran amigo y camarada que había militado conmigo en la guerrilla urbana de los años 60’, Gilmer Bracamonte ‘Perseo’, uno de los famosos ‘Aguiluchos’ de la JCV, que secuestraron un avión de Aeropostal  y sobrevolaron Caracas lanzando proclamas contra el régimen represivo de Betancourt/AD, operación revolucionaria que se llamó ‘Operación Livia Gouberneur’.

De aquel hecho han pasado 17 años y todavía lo recuerdo como si fuera ayer, hoy lo rememoro como un modesto homenaje a su memoria a los dos años de su partida.

Esa fue otra de las anécdotas o recuerdos que tengo del gran amigo que fue Hugo Chávez, con ellas me uno al infinito coro de quienes siempre lo recordamos, pero hoy 5 de marzo con fuerza especial. (05/03/15) (humbertocaracola@gmail.com) @hgcaracola)

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