Trincheras de Ideas
Ya ha sido profusamente demostrado que el precio de la gasolina en Venezuela no se corresponde con los precios de producción de la misma, que éstos deben ser aumentados para ponerlos a tono con la realidad. Nuestro gobierno impulsa a través de los canales del Estado diversas campañas donde se demuestra que el precio de la gasolina está 30 veces por debajo de su costo.
Pudiera decirse que hay un consenso en la población en que se debe producir el aumento de la gasolina, incluso escalonada como propusieron los transportistas, pero antes de dar ese paso debe considerarse un elemento fundamental y es la guerra económica y la crisis que ésta ha generado en la economía nacional que obliga a ser prudentes en la toma de esa decisión en estos momentos.
¿Cuál es la realidad de la calle y la realidad de los precios?
Este año 2015 comenzó con una desmesurada ofensiva del capitalismo contra el pueblo que abarcó absolutamente todos los sectores comerciales al punto de deformar esperpénticamente el salario de los trabajadores, los precios y todo cuanto tenga que ver con la con la economía del día a día.
Ciertamente la estrategia de la burguesía y sus amos los imperialistas yanquis para el inicio del año fue el de la subversión en todos los frentes para derrocar el gobierno revolucionario, y la guerra económica jugaba –y juega– un papel principal. Pero el hecho más resaltante fue la labor ideológica entre la masa de los comerciantes que consciente o inconscientemente se dieron a la tarea de inflar los precios de absolutamente todos los productos, de primera necesidad o no, de manera continua prácticamente de un día para otro, incrementándose la inflación que luce incontrolable y rebasa con creces los dos dígitos, disolviendo el salario del pueblo.
El acaparamiento de productos, el engorde de mercancías de todo género, el contrabando, golpeado ciertamente pero aún vivo, las interminables colas que no pudieron ser subvertidas por el terrorismo fascista pero que no disminuyen como debería ser, el bachaqueo como un factor movilizador del lumpen proletario, mercenarizado, sin conciencia de patria ni de pueblo, que se constituye en líneas de distribución por el capitalismo en guerra contra el pueblo, convirtiéndolos deliberadamente en detonantes de la inflación, la especulación y la subversión.
La mentalidad del comerciante en sus ambiciones parece no detenerse ni tener metas a no ser el enriquecimiento desmesurado. Sin el menor rubor, de manera implacable manejan a su antojo los precios. En el comerciante de los mercados municipales o el de la cafetería o de cualquier negocio, hasta los kioskos indistintamente suben sin rubor y sin lástima los precios. Violan de la manera más descarada los precios que están impresos en botellas de agua, de refrescos, de dulces, galletas, pan. Ignoran el reclamo del comprador y recargan descaradamente los precios porque “ganan muy poco” con lo que está marcado.
El gobierno hace un extraordinario esfuerzo para llenar el vacío que dejan los capitalistas con los productos de la cesta básica. Remoza los Pdval, los Bicentenarios, los mercados a cielo abierto donde vende millones de kilos y miles de toneladas de alimentos a precios justos. Despliega operativos para llevar los alimentos a las zonas más apartadas y a los sectores más pobres. Despliega dispositivos electrónicos para controlar el criminal bachaqueo y garantizar que la población tenga acceso a los alimentos que necesita para vivir. Pero ese esfuerzo no es suficiente, incluso hay momentos en que la masa comerciante y la oligarburguesía pone al gobierno contra las cuerdas y eso es preocupante.
Pero el morbo de la corrupción se apodera igualmente de los empresarios, comerciantes y, lamentablemente, muchos trabajadores de los supermercados y hasta de los pequeños comercios, y “apartan” cantidades considerables de productos que le venden tras bastidores a los bachaqueros. ¿De dónde sacan decenas de buhoneros sin conciencia ni de pueblo ni de patria, productos para vender super caros, por ejemplo, un kilo de leche a Bs. 400, un kg de harina de maíz a Bs. 100, lo mismo pasa con el jabón, el champú, desodorante, hojas de afeitar… y mil productos más? El gran burgués comerciante es el distribuidor.
Es un festín macabro donde ambición y corrupción de la burguesía, clase media comerciante y mercenarios del lumpen van de la mano y le han dislocado la tranquilidad a las familias, que por conciencia y dignidad soportan estoicamente tan brutal, tremenda y larga arremetida económica y agresión a su dignidad y a su bolsillo, preparando una contraofensiva que barra definitivamente con el capitalismo.
Lamentablemente el gobierno no ha logrado controlar esta situación en su totalidad donde la corrupción de comerciantes y empresarios se ha extendido y se burlan de las medidas gubernamentales. El gobierno aprieta, descubre depósitos de toneladas de mercancías, mete presos a empresarios ladrones, pero por abajo, a nivel del día a día, se suben los precios casi diariamente de manera descarada y cínica envileciendo el bolívar y el salario.
En esas condiciones nada garantiza, más allá de las propaganda y las promesas, que si se sube el precio de gasolina esto no va a incidir en los precios, es más, es lo que están esperando para tratar de darle el golpe de gracia al gobierno. Por ello hay que esperar que se tenga un control real de la inflación y se derrote totalmente la guerra económica. Es un problema político no sólo económico. (31/03/15) (humbertocaracola@gmail.com) (@hgcaracola)
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