¿Qué tienen en común la VII Cumbre de las Américas realizada los días 10 y 11 de abril de este año, con el golpe de Estado y la reacción popular de abril del año 2002, y los dos años de gobierno del presidente obrero Nicolás Maduro? Sin ninguna duda, la victoria de las fuerzas del progreso, de la redención humana, de la revolución y el socialismo bolivariano, sobre las de la contrarrevolución imperialista.
Acaba de terminar la VII Cumbre de las Américas, realizada en la capital de Panamá y la conclusión general es que, tal como afirmamos la semana pasada, pese a los esfuerzos yanquis por evitarlo, la presencia de Cuba en la Cumbre después de 53 años de haber sido expulsada de la OEA y el rechazo rotundo al decreto ejecutivo de Barack Obama; gravitaron de manera determinante en la VII Cumbre de presidentes y primeros ministros de las Américas.
Casi todas las intervenciones de los presidentes y primeros ministros presentes en la Cumbre se refirieron a ambos temas, al punto que el tema central de la reunión “Prosperidad con Equidad” quedó en segundo plano.
La presencia de Cuba fue saludada como un hecho positivo para las relaciones hemisféricas por todos los participantes en sus intervenciones, aunque el propio presidente de Cuba, Raúl Castro, dejó claro que los elementos esenciales del bloqueo se mantienen, no obstante, reconoció como un hecho positivo los pasos que se han dado en función de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU. Nosotros nos sentimos interpretados en las palabras de la presidenta argentina, Cristina Fernández cuando dijo que Cuba estaba en esa reunión por haber resistido durante más de 50 años y no por haberle dado la mano a nadie, refiriéndose al gobierno de EEUU.
En el caso de Venezuela, el rechazo al decreto de Obama y la exigencia de su derogatoria fue casi unánime. Fueron pocos los presidentes que no se refirieron al tema (Peña Nieto, Juan Manuel Santos y Ollanta Humala los más significativos). Con matices, la gran mayoría de los presidentes y primeros ministros de Suramérica, Centroamérica y el Caribe fijaron una posición que no dejó dudas acerca de la exigencia de que Obama derogue el decreto.
Nuestro presidente Nicolás Maduro, con firmeza, exigió a EEUU rectificar el “error de origen” que los condujo a este repudio de su política. Ese error de origen es haber considerado que una vez fallecido nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez, la Revolución Bolivariana se debilitaría por sus contradicciones internas al punto que sería fácil derrocar al gobierno de Maduro, destruir la revolución y restaurar el poder de la burguesía y el imperialismo. La historia ha demostrado que tal pronóstico era errado, pues, pese a toda la guerra que el imperialismo desató contra nosotros, aquí está nuestra revolución y nuestro pueblo de pie.
En esa “batalla de ideas” como llamó el presidente Maduro a la reunión, el gobierno de EEUU, la élite fanatizada y fascista que gobierna ese país, se quedó sola en su pretensión de recolonizar al continente comenzando con la destrucción de nuestra experiencia de construcción del socialismo Bolivariano y Chavista. Así, el presidente obrero Nicolás Maduro insistió en un elemento central de la política exterior de la Revolución Bolivariana: Nos relacionamos con todos los países del mundo en función de garantizar la paz en un mundo multicéntrico y pluripolar y para eso, esas relaciones se deben dar sobre la base del respeto y vernos, como decía Zamora, de vis a vis. De allí que el camarada presidente haya planteado cuatro condiciones para iniciar el acercamiento con EEUU: 1) Reconocer la independencia y la soberanía de nuestro país y de la Revolución Bolivariana Socialista. 2) Derogar el decreto por la vía que se encuentre y quitar esa amenaza que hay sobre Venezuela. 3) Desmontar la guerra psicológica, política, económica y militar que tiene en Venezuela la embajada de EEUU y 4) Tomar las medidas legales para detener la conspiración que se desarrolla desde Miami, Nueva York y otras ciudades de EEUU para asesinar al presidente y dar un golpe de Estado.
Será una lucha larga y dura, a pesar de lo dicho por Obama y otros altos funcionarios del gobierno de los EEUU en el sentido de que Venezuela no es una amenaza para ellos, ayer mismo, al terminar la Cumbre, Roberta Jacobson Sub secretaria de Estado de EEUU declaró que el decreto no se va a derogar. Una evidencia más de la arrogancia imperial que será derrotada totalmente, como lo fue en Panamá, con la unidad y la movilización de nuestros pueblos.
Mientras se daba, lo que yo llamé en un artículo la semana pasada, “La Batalla de la Cumbre”, aquí en Venezuela comenzamos a conmemorar los 13 años de la victoria popular contra el golpe de Estado del 11 de abril de 2002; sin descuidar lo que sucedía en la Cumbre, la recolección de firmas contra el decreto de Obama y las otras tareas de nuestra construcción socialista. Recordamos en estos días como nuestro pueblo (civil y uniformado) defendió con coraje y convicción a su revolución y a su presidente constitucional, al líder eterno de la Revolución Bolivariana, el Comandante Supremo Hugo Chávez; recordamos como nos impusimos a la traición de los traidores de todos los tiempos, como derrotamos al poder imperialista y burgués con toda su maquinaria de infamia y terror.
El combate popular que se libró en calles y cuarteles de Venezuela del 11 al 13 de abril fue la primera derrota militar del imperialismo en nuestro continente en el siglo XXI, así como significó una derrota política de ribetes estratégicos para ellos. Para nosotros, el pueblo venezolano, fue una victoria estratégica política y militar, la primera victoria de la unión cívico militar en la Revolución Bolivariana, la primera demostración de esta gran fortaleza de nuestro proceso revolucionario. Esa victoria de abril nos preparó para victorias posteriores, también estratégicas; en el sabotaje petrolero, entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 y en el referendo revocatorio de agosto de 2004. Esa unión cívico militar se ha profundizado y tiene una expresión muy concreta en la Milicia Nacional Bolivariana dotada, igual que los componentes de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana de un nuevo pensamiento militar de raíz Bolivariana y Chavista.
Ambos acontecimientos se “engarzan” con los dos años de gobierno del presidente obrero Nicolás Maduro. Sin la victoria estratégica de abril de 2002 y las que le siguieron, hubiesen sido imposibles estos dos años de gobierno del presidente Maduro: Estamos aquí hoy, construyendo nuestro socialismo Bolivariano y Chavista porque vencimos en abril de 2002 y eso nos permitió, como dijo el Comandante Chávez, conquistar distintas colinas (la FANB y PDVSA entre otras) que hemos conquistado estos años, nos permitió con el Comandante Supremo al frente, conquistar nuevas victorias, elevar la conciencia política socialista y revolucionaria de nuestro pueblo, esa conciencia popular y la labor de Chávez hizo posible declarar el carácter antiimperialista y socialista de la Revolución Bolivariana, nos permitió avanzar en la construcción del Poder Popular y de un partido revolucionario de vanguardia, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que junto al Gran Polo Patriótico aglutina las fuerzas revolucionarias del país.
Esa victoria nos permitió a todos y todas enfrentar el momento más duro, más difícil que hemos vivido: La desaparición física del Comandante Supremo. Y de allí, con dolor, pero también con disciplina y mucha firmeza, no solo llevamos a Nicolás Maduro a la presidencia de la República como nos ordenó el Comandante Chávez, sino que tenemos dos años con Nicolás al frente del gobierno y la revolución enfrentando y venciendo la guerra total que el imperialismo y la burguesía desataron para destruirnos. No han podido y no podrán con nosotros, y cuando digo “nosotros”, me refiero al pueblo venezolano y a los pueblos de todo nuestro continente y el mundo que nos acompañan y nos apoyan, para quienes nuestra revolución es ejemplo y esperanza.
Estamos en abril, como siempre, como Bolívar y Chávez, Venciendo al imperialismo.
Caracas, 12 de abril de 2015 / Fuente: Psuv.org.ve
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