lunes, 13 de abril de 2015

Eduardo Galeano, otro gran escritor que se fue, pero que se queda

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Esta mañana nos abandonó físicamente el gran escritor uruguayo y nuestroamericano, Eduardo Galeano. Muerte sorpresiva para los que no sabíamos que estaba enfermo y que tenía una semana internado en un centro de salud, el pensador nos deja un brillante legado literario y un ejemplo de compromiso con la causa de la liberación de los pueblos oprimidos del mundo.

El fallecimiento del conocido y querido escritor, ocurre en el día de la dignidad en Venezuela y recién culminada una cumbre de las Américas que, si bien talvez no pudo seguir en el uso pleno de sus facultades, estamos seguros que lo hubiera llenado de la especial satisfacción de alguien quien a sus 30 años denunció la dependencia criminal de la región latinoamericana frente a los países del capitalismo central con su libro Las venas abiertas de América Latina, y que décadas después pudo ser testigo de la primavera política que vivió una región que hoy ha alcanzado un nivel de integración histórica, y que se plantó con dignidad y firmeza frente al vecino imperial venido a menos.

Eduardo Galeano, fue un uruguayo que quiso ser futbolista pero que terminó convertido en un escritor de pluma combatiente, estilizada y poética, un hombre que vivió las durezas del exilio cuando las dictaduras apoyadas por el imperialismo asolaron el cono sur, en un periplo que lo hizo recalar en los puertos de nuestro país, donde tuvo la oportunidad de vivir dos años en La Guaira, familiarizándose con nuestra tierra y entablando amistades entrañables como la que estableció con el escritor venezolano Luis Britto García.

Si he de destacar algún rasgo de la personalidad de Galeano, ese es su humildad y sencillez. La humildad y la sencillez de alguien que se formó al margen de la academia, y por tanto al margen de las poses, egos y voces engoladas de cierto academicismo de auras medievales y conservadoras; la humildad y la sencillez de alguien que se formó en medio de la conversación libre y espontánea en los cafés literarios y centros culturales, espacios de encuentro donde florecían armónicamente el debate reflexivo y el pensamiento crítico, la idea y la creación, la palabra poética y el proyecto político, el amor y la locura canalizadas entre mates y cafés para darle forma a la imaginación creadora.

Escritor fructuoso y riguroso, de todas las ideas, reflexiones y pensamientos de la obra de Galeano que he podido afortunadamente conocer, hay una que nunca olvide por su importancia raizal, en un mundo muchas veces caracterizado por el diálogo de sordos y la competencia de egos: “Ser culto es saber escuchar”. Hablar siempre con la gente en cada lugar y en todo momento, estar en la calle, cronicar, condensar ideas y teorías, su avasallante ironía, desmitificar las falsas historias promoviendo al tiempo la belleza y la expansión de la consciencia, son otros elementos dignos de su obra para atesorar. 

Se ha ido otro de los grandes de nuestra América, otro más que se queda entre nosotros.

Amaury González V. / @MauroGonzag

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