Leer, releer la obra de César Rengifo, saborear su Sonata del alba o su Espiga sembrada en Carabobo, solo en el papel, ya nos recuerda la fuerza del teatro, idea refrescada en medio del enorme entusiasmo que despiertan estos festivales de teatro caraqueños, promovidos y realizados por Fundarte, lo que es como una misma canción interpretada en colectivo.
Caracas se convirtió en una verdadera capital del espectáculo escénico con la variedad de espectáculos, la gran cantidad de salas habilitadas para los mismos y la afluencia de público, que superó todas las cifras previstas.
Detrás estaba el excelente equipo de producción que se encarga en Fundarte (Alcaldía de Libertador) de estos asuntos, con Freddy Ñáñez a la cabeza. No podemos dejar de decir lo mucho que nos enorgullece el que gente joven tenga la capacidad organizativa y gerencial para manejar un evento de esta magnitud, como para “quitarse el sombrero”. A Freddy lo conocimos cuando vivía aún en San Cristóbal y desde allá daba muestras de su increíble capacidad de trabajo, habiendo creado la editorial Nadie Nos Edita, lanzado una revista polémica y de buena factura, ejercido en el teatro de títeres y conducido cantidad de proyectos de promoción a la lectura y de reconocimiento a personas que a lo calladito llevan a cabo funciones en estas áreas en diferentes rincones del país.
El IV Festival de Teatro de Caracas contó con 27 salas, más de 600 mil personas disfrutando la calidad indiscutible de los espectáculos, que no estuvieron solo destinados al público adulto sino también y de modo sustancial a los niños de la capital. Esta jornada comprueba que los caraqueños se han ido acostumbrando de manera masiva a la necesidad del teatro como un lenguaje que expresa y comunica, desde muchas perspectivas estéticas, en la sala o en la calle. Su magia conduce, seduce, causa revuelo y proporciona una gran sensación de bienestar colectivo, que señala la importancia de considerar el arte como un hecho de natural comprensión, una herramienta de vida como el agua, el cobijo, la palabra, en este empeño de encontrarnos unos con otros.
Caracas nos da una enorme envidia, es innegable, ninguna ciudad del interior cuenta con un evento tan exitoso e incluyente.
Ya la editorial Fundarte se había ocupado, para la fecha de este festival, de retomar la obra de César Rengifo y producir una colección, bastante decente, con buenas ediciones y tiraje de largo alcance, que llevó al país a releer a este excelente dramaturgo y artista plástico, cuando la única edición anterior reconocida era la de la Universidad de los Andes (ULA), imposible de localizar por estos tiempos.
Creo que lo mejor de Fundarte es el diseño de sus líneas de acción, pensadas con gran inteligencia y sentido de la difusión y la calidad, pero además con una visión de lo realmente necesario, con estrategias prácticas y de evidente éxito.
Felicitamos una vez más a ese equipo de primera clase cuya cabeza son tanto Chucho Ñáñez como el alcalde Jorge Rodríguez. Que tengan vida en estas lides por muchísimos años más.
Fuente: ÚN
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