Ya se sabe que la próxima administración de la Casa Blanca le toca a los republicanos. El CFR (Consejo de Relaciones Exteriores) y el Club de Bilderberg, la misma mafia sionista que digita a los llamados “presidentes” de los Estados Unidos, ya tienen el nombre, el sexo y el color. Siempre judío, aunque sea por adopción, pero convicto.
Mientras se anuncia el circo salen los payasos y ahora, también las payasas. No precisamente para hacer reír, sino para llenarse de millones de dólares sin dar cuenta a nadie. Siempre fue así. Pero desde el 2010, se hace bajo el amparo legal. En el país de la igualdad de oportunidades, la ley permite hacerse millonario, sin límite, gracias a las campañas electorales. Algunos han dicho que esto es una perversión. Pues, para financiar sus campañas, los candidatos cuentan, desde 1970, con financiación pública a la que cada ciudadano estadounidense aporta tres dólares de su declaración a la renta.
Pero esto, para los candidatos, es sólo un sencillo comparado con lo que recaudan los llamados Comités de Acción Política (PAC) que aparecieron en los 40 para recaudar fondos para la candidatura del “demócrata” Roosevelt. Desde entonces los PAC se han reproducido por miles recaudando ingentes cantidades de dólares para el bolsillo de los “candidatos” a presidentes, a congresistas, a gobernadores, y también para el de sus cercanos colaboradores.
A los PAC aportan desde sindicatos de trabajadores hasta las mafias de todo tipo y origen vinculados al narcotráfico y la especulación. Obviamente, las grandes corporaciones financieras, industriales y comerciales que aseguran su “inversión” aportando a los candidatos de uno y otro partido. No de otra manera se garantiza la “transparencia” en la democracia excepcional del sionismo norteamericano. Si usted quiere enterarse más puede ir a http://www.20minutos.es/noticia/1631265/0/financiacion/elecciones/estados-unidos/#xtor=AD-15&xts=467263, entre otros tantos lugares que consignan información sobre la pureza democrática de las elecciones USA.
Aquí, aludo a parte de un artículo aparecido en “el espía digital” (leer completo en: http://www.elespiadigital.com/index.php?option=com_content&view=article&id=9582&Itemid=145), referido a los millones de dólares que le caen a la candidata Hillary Clinton del gigante Monsanto de los alimentos transgénicos. No precisamente para limar sus cuernos sino para conservarlos y defender mejor el despojo de tierras de campesinos y pueblos originarios en 59 países y los 148 millones de hectáreas sembradas con veneno genético del más alto poder destructivo sobre la población del mundo a través de alimentos de consumo masivo. (Las cifras son del 2010 y, a la fecha, podrían haberse enuplicado. Leer Informe en http://www.monsanto.com/global/ar/productos/pages/cultivos-gm.aspx)
Cada hectárea son 10 mil metros cuadrados. Saque la cuenta. Y tenga presente que, en América latina, México, Honduras, Costa Rica, Guatemala, Colombia, Chile, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay ondean la bandera Monsanto.
Quiero puntualizar que los partidarios de la comprensiva esposa del ex-presidente Clinton (judío y sionista) no son ajenos a los negociados de su candidata sino parte de los mismos. Son ellos los que manejan los PAC. Por eso, aquello que esperan que la Clinton “declare contra Monsanto y que daría un giro radical”, no sólo es falaz sino cínico. En todo caso, ¿no sería mejor que pidiera perdón como suelen hacer los genocidas del mundo? Total, para eso sirve el “Dios único”.
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